Todos conocemos, incluso algunos hemos visto en la Catedral de la ciudad de Valencia, el Cáliz de ágata, que es considerado cono el Santo Grial, que empleó Jesús su en su última Cena.
Santo Cáliz de la cena
Tradicionalmente se cuenta que fue José de Arimatea enviado a Gran Bretaña para evangelizar a sus gentes, llevándose el Sagrado Vaso. Cuando murió, el Cáliz fue entregado a la Virgen María quien lo entregó al obispo de Antioquía.
Este obispo, San Ignacio de Antioquía lo sacó de Jerusalén y lo llevó a Roma donde lo puso en las manos del Papa.
En el siglo III, el Vaso sagrado estaba en manos del Papa Sixto II, quien temiendo que, durante las persecuciones del Emperador Valente, el Cáliz cayera en malas manos, el Papa lo entrego a San Lorenzo de Huesca, que era uno de sus discípulos y su diácono principal.
San Lorenzo decidió enviarlo a su pueblo natal: Loreto (cerca de Huesca). El encargado del transporte fue San Indalecio, Obispo, natural de Caspe que lo llevó a Huesca, pasando el Cáliz a ser propiedad de los obispos de Huesca.
En los siguientes años existen documentos que atestiguan que estuvo sucesivamente en distintos Monasterios españoles, hasta que en 1399 el Rey de Aragón y Conde de Barcelona, Martín el Humano, mandó traerlo a Zaragoza donde fue depositado en el palacio de la Alfagería. Años después el Rey Alfonso V el Magnánimo, trasladó su corte a Valencia y llevó con él el Sagrado Cáliz depositándolo en la Catedral de Valencia en 1424.
Hay mucho escrito con amplias tradiciones que pueden referirse a cuestiones científicas, artísticas, populares, etc., y por supuesto también religiosas, pudiendo ser en cualquier caso, oral o real, existiendo además, otras razones en apoyo a la fuerza probativa que constituye el culto tradicional al Santo Cáliz como puede ser la consideración de que sería temerario sospechar siquiera que se hubiese podido perder tan preciada reliquia ya que ello acusaría descuido inexplicable en el “Padre de familias” de que nos habla el Evangelio, al cual pertenecía, y en cuya morada tuvo lugar la última Cena.
También en los Apóstoles, cuando vemos conservaron tantas otras reliquias de su Maestro, como el Santo Pesebre que se guarda en Santa María la Mayor, la mesa de la Última Cena, que se venera en San Juan de Letrán, sin olvidar la Sábana Santa, que envolvió su cuerpo que se conserva en Turín, la Corona de Espinas, la Sagrada Lanza, los Clavos de la Pasión y hasta el mismo Sepulcro.
Santo Cáliz. San Juan de la Peña