Publicamos la carta que nos ha enviado Teresa López desde Zway, Etiopía, con motivo del Huevo Frito Solidario organizado por Entarachén y los Javieres de Huesca el pasado día de San Vicente:

Releo lo que escribí para este mismo día, hace exactamente un año. Os hablaba, en esa ocasión, de una joven madre soltera de quince años, con una niña diminuta, en aquel momento de un par de meses, y que había nacido decididamente muy pequeña para este mundo tan grande. Os comentaba cómo, entre todas las señoras del proyecto donde trabajo, estábamos intentando sacar adelante a esas dos niñas, madre e hija. Cómo estábamos intentando darles la seguridad y el espacio suficiente para que pudieran crear un vínculo afectivo firme y duradero.

Un año después, A., la madre, trabaja en la cafetería de la escuela Don Bosco de los salesianos,  junto a otras dos señoras del proyecto. Dos tardes por semana va, con otra señora, a vender sopa de pescado a los trabajadores que construyen la carretera. Ya no vive dentro del proyecto, sino que alquila una habitación en el mismo recinto donde vive su madre. Todas estas cosas, A. las hace con su pequeña C. a la espalda, que estos días empieza a caminar y que en las últimas semanas ha aprendido a gritar, habiendo alcanzado una variedad y volumen de berreo que nos tiene a todas fascinadas. A su madre también.

El WID Project (Mujeres en Desarrollo) busca que mujeres vulnerables de la ciudad de Zway tengan una vida autosuficiente  y digna, sea a través del estudio, en el caso de las más jóvenes sin hijos, o a través del trabajo, en el caso de las madres. Cada mujer, cada chica, una historia y un reto. Algunos con final (o etapa intermedia) feliz. Otras historias, por desgracia, acaban como empezaron: volviendo al punto de partida. De todo aprendemos, todo nos sirve. No hay idea mala, no hay nada que olvidar. Crecemos juntas cada día, como crecen nuestros hijos, y luchamos para que la justicia de tener un futuro con el que soñar llegue a todas.

Mientras escribo estas letras, mi hija está a punto de dormirse en la cama. Me pregunta que qué hago y le respondo que trabajar. “Mamá”, me dice, “¿por qué trabajas?”. Me lo pregunta muchos días. La primera vez no supe muy bien qué contestarle. Supongo que lo más obvio para un niño pequeño será decirle que uno va a trabajar porque le gusta y para que le paguen un sueldo, que a su vez permita cubrir otras necesidades. Yo la parte del sueldo no la tengo, y así solía responderle que trabajaba porque me gustaba hacerlo. Hasta que un día me preguntó que por qué me gustaba más trabajar que estar en casa con ella.

Así, según el día le respondo que trabajo porque las señoras del proyecto me necesitan. O porque ellas esperan que yo trabaje y cuentan con mi trabajo. O porque ellas también se merecen mi trabajo y mi dedicación.

Todas esas motivaciones las siento como verdaderas y fundamentales para mí. Os las ofrezco hoy porque creo que también pueden estar detrás de este Huevo Frito Solidario: aparentemente una cosa que nos gusta hacer, donde seguramente lo pasareis bien… y con un trasfondo, un alcance que, por suerte, va mucho más allá. Una actividad aparentemente sencilla, banal… pero que hecha con cariño, con dedicación, sobre todo de aquellos que todos los años se acuerdan de nuestro proyecto, multiplica sus efectos.

Agradecer a los que han organizado, a los que han donado la materia prima, a los que hoy cocinarán, acompañarán y colaborarán para que paséis un día divertido en espíritu de familia salesiana. Nosotras, las señoras del WID y los niños de Mekanissa, también somos parte de esa familia salesiana que consigue traspasar fronteras y que no ceja en su esfuerzo de dar a cada actividad, a cada idea, un significado que nos haga esforzarnos por lograr un mundo más justo para todos. Y para que niñas como la pequeña C. y su madre adolescente puedan seguir contando con nuestro trabajo y nuestro cariño. Porque ellas no sólo lo valen, sino que es de justicia brindárselo.
¡Gracias un año más y buen provecho!

Teresa

Desde Entarachen nos gustaría agradecer a todos los miembros de la organización, a todos los «andarines» y a todos los voluntarios que ese día estuvieron presentes. Todo el dinero aportado, 1156€ en este caso, va directamente al proyecto en el que Teresa está trabajando en Zway.

¡¡¡Gracias en nombre de todas esas mujeres que forman parte del proyecto!!!