Los alumnos de 4º ESO estamos realizando, dentro de la asignatura de Geografía e Historia, un proyecto denominado “Haz la paz y no la guerra”, que tiene como máximo objetivo conocer los diversos conflictos existentes a lo largo de los siglo XX y XXI. Dentro del estudio del periodo que transcurre del comienzo de la Guerra Civil española (1936) y el final de la II Guerra Mundial (1946) tuvimos la posibilidad de visitar el Campo de Gurs (Francia), como lugar de la memoria de esos dos momentos históricos. Tras dos sesiones de trabajo en clase sobre el mismo (función del campo a lo largo de su existencia y análisis del testimonio de uno de sus supervivientes en el semanal del periódico El Mundo, “El último superviviente del Campo de Gurs”), el miércoles 8 de marzo nos desplazamos hasta allí con un grupo de 18 alumnos.
La excursión comenzó a las 7 de la mañana en la puerta principal del colegio donde nos recogió un autobús que nos llevó a Olorón. Llegamos a la estación de tren a las 9.15, donde nos esperaban algunos miembros de la Asociación Tierra de lucha y memoria, encargada de preservar la memoria de dicho lugar. Almorzamos y después cogimos la libreta y el boli con la intención de no perdernos ningún detalle de las explicaciones. Nos contaron cómo llegaron a dicha estación los primeros refugiados de la guerra de España y nos mostraron también unos carteles con imágenes y noticias.
Volvimos al autobús, que nos llevó al campo de Gurs. Lo primero que hicimos fue una foto de grupo junto al letrero. En la entrada, nos explicaron quién había estado en el campo y la situación de aquel momento. Recorrimos el campo; nos enseñaron un monumento que refleja que al salir del campo lo que esperaba era la muerte, los cimientos del tanque de agua que había en el campo, los planos de los islotes y cómo se organizaban los internos y las dimensiones del campo, también conocimos que quien ayudaba a los internos no eran los gobiernos, sino grupos como la Cruz Roja y parte de la población de la zona. El guía nos llevó a un barracón que fue construído con las mismas características que uno de la época. Entramos y nos explicaron las malas condiciones en las que vivían los internos. Por último, fuimos al cementerio, donde había más de mil lápidas con los nombres y fechas de cada uno, además de dos monumentos, uno dedicado a los judíos y otro a los republicanos españoles. Junto al de los republicanos leyeron un poema y luego hicimos una foto grupal.
Esta experiencia nos marcó, porque estábamos en el sitio donde mucha gente inocente a la que se le arrebató su libertad murió por las malas condiciones en las que vivían. Esto nos hace pensar en la suerte que hemos tenido y, a la vez, en cómo viven los refugiados sirios que huyen de la guerra y los inmigrantes sin papeles que tienen que vivir en centros de retención.
Carmen Sorrosal y Carmen Sanz