El vestuario de “La Pasión”, su historia (II)
Nos referíamos en el pasado escrito. El vestuario de la época de Don Jose Castells se quedaba corto en cantidad, variedad y calidad. Por otro lado los Antiguos Alumnos, el selecto número de ellos y calidad para interpretar personajes de toda época, los lanzó a lo que la experiencia adquirida les daba paso. Experiencia que quedó sellada a los pocos años de llegar los Salesianos a nuestra ciudad.
El vestuario, su vestimenta, aquí sí que hace al personaje y el Teatro Salesiano tenía que estar a la altura de toda circunstancia. Obras como La tienda del Rey don Sancho, Traidor, inconfeso y mártir, El Cardenal de Médicis, El Gran Cardenal, alternadas con zarzuelas como El príncipe heredero, la ópera “Nella” de “Aida”, de Verdi o la opereta “Brru, qué frío”, había que “vestirlas” y calzarlas bien”.
Personas amantes del Teatro, con algún desplazamiento expreso a Zaragoza e incluso a Madrid, observó el valioso y adecuado vestuario de sus diferentes personajes. Y se interesó. Y como la familia del Teatro es familia sana y no solo “Teatro” y con la intervención de algún Antiguo Alumno o Salesiano del Colegio Salesiano de la Capital, quedaron abiertas todas las puertas.
Existía en Madrid y sigue “a todo trapo” una Sastrería familiar, “Sastrería Cornejo” que abastecía a los teatros madrileños y empezaba también a “vestir” al cine. El “universo” teatral salesiano, fue la suficiente garantía para que la “Sastrería Cornejo” llegara al Teatro Salesiano de Huesca. La transformación fue impactante y el servicio le dio el tono que le venía faltando.
Digamos en pro de “Sastrería Cornejo”, hoy en su cuarta generación, que realizando un viaje por el hipnótico océano de telas y colores que componen los almacenes de la centenaria sastrería madrileña, está convertida en mito por el vestuario aportado a películas como “El Cid”, Doctor Zhivago”, o series como “Los Tudor o “Juegos de Tronos”.
Pero… llegan unos tiempos que presentan una actividad teatral que se “decanta”, sin entrar en detalles por no apartarnos del tema principal; también por tanto el alquiler de vestuario. Pero… y este es bueno, se inicia una etapa, por obra y gracia, tan deseada como necesaria, como fue la importante incorporación a “La Pasión”, al “pueblo”, como se conoce en términos teatrales, de madres de alumnos del Colegio, infantil y primaria. Las muy habilidosas mamas, confeccionan sus propias túnicas y las de sus encantadoras criaturas.
Y una nueva colección de túnicas, de variopintos colores y formas se da paso al escenario. Se notó, se aplaudió y profundamente se agradeció esta espontanea “sastrería” que no mejoraba ni las bellas túnicas que brillaran en reinos y palacios en el mismo Egipto. Y no es farol, que solía decir un buen amigo mío.

Maria José Mallor, María Cabrero y Mº Jose Gella
Como agua de abril, conocemos a los hermanos Fernando y José María Casbas de “Confecciones Casbas” de Bolea, con los que iniciamos y conservamos una entrañable amistad, los que siempre han aportado vestuario tanto para” La Pasión, como para el “Grupo de Tambores”. Y ya se hace necesario un acondicionado armario para mejor orden y conservación. Y así se hizo.

Vestidos femeninos bíblicos
Y la historia continua. No recuerdo la fecha, lo que sí sé que han pasado muchos años. Ha querido la suerte que dentro de mi amplia pero organizada documentación salesiana, apareciera en estos días entre los variados libretos de obras teatrales, uno de “La Pasión” de Palau de Anglesola. En unos folios que denota su uso en el tiempo, con anotaciones a mano leíbles, color “marrón histórico”, pero bien conservados. Su historia es curiosa y su final provechosa.
Como digo, no recuerdo mes ni año –tal vez hacia la mitad de la década de los setenta—, sí su lugar, Lérida, donde me llevó una reunión de productores avícolas, por motivos publicitarios. En uno de los descansos de la reunión, el comentario de un grupo de participantes sobre un incendio en el Teatro de la localidad de Palau de Anglesola, que afectó al Teatro, destapo mi curiosidad. Era zona de representaciones de La Pasión, como la conocida de Cervera de mucha actualidad y devoción por aquellos años, al igual que la afectada por el incendio.
El que dominaba la noticia, conocía a fondo lo sucedido al igual que conocía al que regentaba el Teatro o su local, por ser tal vez de su propiedad.
Como se suele decir, y en este caso, se me encendió la “bambalina”. Y la dejo encendida hasta el próximo número de “Huesca y Don Bosco”, si Dios quiere, que concluiremos, y os va a gustar.