Senderos Salesianos

23 enero 2022

La imprenta de Valdocco

 

“La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día”

A finales del año 1850 se había determinado levantar un dique contra la irrupción de la prensa herética,  publicando Don Bosco una colección de libritos populares, bajo el título de Lecturas Católicas. La inspiración de fundarlas fue totalmente suya. Pero como no emprendía nunca nada sin recurrir a Dios, sin pedir y escuchar el parecer de personajes autorizados, y ponderar largamente el pro y el contra, había sido algo remiso a determinarse.

Pero ahora la resolución estaba tomada y no había ningún obstáculo capaz de disuadirle. Devoto y obediente con su Arzobispo, después de redactar un programa de asociación, no solo lo aprobó el Prelado sino que alabó grandemente su providencial pensamiento. La  Dirección de Las Lecturas Católicas tendría su sede en Turín.

¿Por qué Don Bosco se implicó en empresas editoriales? Una respuesta puede ser una especie de pasión no disimulada de Don Bosco por la prensa, por el libro, por la actividad editorial, por el trabajo tipográfico; casi una fiebre que le lleva a multiplicar sus iniciativas en este campo. Y él organiza colecciones, hace publicaciones periódicas, proyectos de ediciones, colecciones, crea tipografías… Don Bosco es consciente de la necesidad de que el mundo católico impulsara lo que se definía en el lenguaje de la época como “la buena prensa”, para contrarrestar la existencia de una prensa violentamente anticlerical y que ponía en discusión los valores de la Iglesia católica.

 Además, en el Turín del XIX, estaba creciendo la presencia de la propaganda protestante, que hacen llegar a los católicos libros, folletos, periódicos que promueven ideas y valores contrarios a la mentalidad católica.

Otra respuesta es la concepción de su misión que va más allá de los muros de su oratorio. La amplitud de su misión, a favor de los jóvenes más necesitados, le lleva a utilizar todos los medios a su alcance para llegar a ellos. Aquí, en las empresas editoriales, también podemos observar al Don Bosco que sabe acercarse, que quiere educar a los jóvenes a través de los medios de comunicación  esistentes.

Del 1844 hasta el 1862, había creado ya un amplio patrimonio editorial y establecido una red de difusión. A finales de 1861 presenta una petición a las autoridades para abrir “una pequeña tipografía”, con un objetivo benéfico para sus muchachos del oratorio y para enseñarles este oficio. Don Bosco se convierte en propietario de una tipografía, en un empresario que invierte capital en una empresa comercial propia. En ella imprimirá las Lecturas Católicas y otras iniciativas editoriales, como la Biblioteca de la Juventud Italiana (desde 1867 hasta 1885 publicó 204 volúmenes). La tipografía se convirtió en una verdadera escuela profesional, donde los alumnos no aprendían con trabajos ficticios, sino con trabajos que serían puestos después en circulación.

En octubre de 1861, Don Bosco inició los trámites para abrir un taller de Tipografía en el Oratorio. El gobierno planteaba obstáculos y objeciones, pero al final otorgó el permiso.

La tipografía participó de inmediato en la escuela, publicando numerosos volúmenes y diccionarios. En 1876 Don Bosco fundó también una «sucursal» en Génova-Sampierdarena y en agosto de 1877 lanzó el Boletín Salesiano.

Después de los primeros días del taller, se construyó la primera Tipografía real en 1883, donde se produjeron las ediciones que normalmente se imprimían fuera de Turín. 

Imprenta de Valdocco

Imprenta de Valdocco

La imprenta estuvo en funcionamiento hasta 2012, año en que se cerró, el día siguiente a las celebraciones por el 150 aniversario de su fundación y desde 2013 se exhiben máquinas antiguas, para recrear el ambiente de la imprenta, como era en la época de Don Bosco.

Don Bosco ya había comentado su plan proyectado sobre la publicación del plan de acuerdo con el Obispo de Ivrea, rogándole le favoreciese con su autoridad a las Lecturas Católicas, donde quería llegar a la lucha a campo abierto contra el Protestantismo. Monseñor lo aprobó entusiasmado y tomó bajo su patrocinio la ejecución del plan con que Don Bosco tuvo un poderosísimo y celosísimo aliado.

La realización de esta colección proporcionó a Don Bosco un trabajo inmenso pasando muchas noches enteras escribiendo libros de religión e instrucción popular sobre las doctrinas católicas más atacadas por los protestantes desenmascarando el error con argumentos sencillos y al alcance de la gente más ignorante. Después de los primeros días del taller, se construyó la primera Tipografía real en 1883, donde se produjeron las ediciones que normalmente se imprimían fuera de Turín.

Nos preguntaremos donde encontraba tiempo Don Bosco  para salir a flote de tantos asuntos  que asombran por su número. Ese era su primer secreto, secreto que abría aprendido en la Residencia Sacerdotal en la Escuela de San José Cafasso. Don Bosco, sin quererlo, se describe así mismo al escribir sobre Don José Cafasso. Su primer secreto era la constante tranquilidad. Le era familiar el dicho de Santa Teresa –¡Nada te turbe! Esta maravillosa tranquilidad le permitía poder tratar muchos y variados asuntos sin preocupaciones y sin detrimento de las facultades intelectuales.

El segundo secreto era la gran práctica que tenía en los negocios, adquirida a base de paciencia unida a una gran confianza en Dios. Y el tercer secreto para hacer muchas cosas era la constante y exacta ocupación del tiempo. Durante los muchos años de aquellos que le conocieron no recuerdan haberle visto  un momento de ocio. Y apenas terminaba una tarea empezaba otra.

Pero aún nos queda otro cuarto secreto que descubriremos, Dios mediante, en una próxima oportunidad, si contamos con ella.

 

Manuel Carranza

También te puede interesar…

El 24 nos vemos

El 24 nos vemos

“Para ser valientes en los obstáculos, tenaces en las resoluciones, firmes con nosotros mismos, abiertos al prójimo, y exactos en el deber, hay que tener una confianza filial en María Auxiliadora”

Medio pan y un libro

Medio pan y un libro

El profesor emérito de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza Francisco Marco Simón nos habla de una novedad y nos da noticia de que la globalización no es un fenómeno de la actualidad, sino que ya comenzó siglos antes de Cristo