Senderos Salesianos

26 septiembre 2021

Don Bosco escritor  

 

Grandísimo obviamente fue el trabajo de Don Bosco para formar religiosa y educativamente a los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, la consolidación jurídica de los dos Institutos por él fundados y, celebrar el primer Capítulo General de la Sociedad Salesiana. En el mismo brevísimo lapso de tiempo logró elaborar documentos personales que pasarán a la historia. Istituyó la Obra de María Auxiliadora para las vocaciones eclesiásticas adultas, procedió a la fundación de la asociación de los Cooperadores salesianos y de la exitosa revista mensual el Boletín Salesiano, entablando relaciones privadas y públicas, eclesiales y civiles indispensables para toda esta multiforme actividad.

Las rosas no estuvieron exentas de espinas. Entre estas, los choques con su arzobispo monseñor Gastaldi, que en el bienio se multiplicaron, se agudizaron, se extendieron al clero de la arquidiócesis, a los obispos del Piamonte, a la Santa Sede, al papa Pio IX en persona, a laicos y sacerdotes de buena voluntad, sobre todo de modo pesado sobre su gran colaborado Don Rua, sobre el vicedirector de Valdocco Don Lazzero y sobre otros salesianos. 

Don Bosco en Sarria (Barcelona) 1886

Problemas de aceptación de novicios, de ordenaciones sacerdotales, de aprobaciones de publicaciones, de celebraciones litúrgicas, de envío de misioneros al extranjero: todo parecía conjurar contra un deseable acuerdo entre “adversarios”, hasta el punto de obligarlos a buscar “justicia” dirigiéndose a la Santa Sede y yendo personalmente a Roma. Casi cuatro meses duró la presencia total en Roma de Don Bosco en estos dos años en el curso de cinco agotadores viajes.

Otro motivo de grave sufrimiento interior para Don Bosco fue el asunto de los Hermanos hospitalarios de Roma que lo mantuvo ocupado por más de un año y que concluyó de modo opuesto a los deseos y esperanzas que en él había puesto Pío IX, y aún más, sin poder explicarse en audiencia privada, el común deseo de ambos. Don Bosco debió pasar su amargura y Pío IX murió poco después con el desconsuelo de no haber visto de nuevo al “amigo” Don Bosco.

Es inútil agregar las enormes preocupaciones, no solo económicas, por tantas nuevas fundaciones en Italia y Francia, por las dos nuevas expediciones misioneras, por las enfermedades y muerte de salesianos, por las inesperadas oposiciones a iniciativas culturales, sociales y religiosas. 

Todo escrito, todo documentado, con actas sobre actas, correcciones sobre correcciones, copias sobre copias, originales autógrafos con su sola firma autógrafa, circulares impresas o manuscritas, dirigidas a personas del clero secular o religioso (más de la mitad de todas las cartas), a bienhechores a autoridades civiles, y menor cantidad  en cambio se considera el número de las que dirigió a coadjutores salesianos, a clérigos y jóvenes; y a las Hijas de María Auxiliadora:  lo que se puede suponer que la máxima parte de las cartas a estas personas se haya perdido.

Repetía con frecuencia Don Bosco que deseaba llegar con su pluma adonde no podía alcanzar la palabra o la escuela y vosotros que conocéis a Don Bosco podéis juzgar su alcance. Aun así os costará, vaya si os costará darle medida…

                                                                                               Manuel Carranza

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