Don Bosco escritor; de sus cartas inéditas
Fue durante el pasado año 2020, cuando se publicó el quinto volumen de cartas escritas por Don Bosco durante el periodo comprendido entre los años 1876 y 1877.
Escribió muchas cartas, 424 las reseñadas en este quinto volumen, y que fue un grande y buen escritor lo avalan la cantidad de libros, revistas, artículos y colaboraciones de muy diversas especialidades. Pero son las cartas, las que van aportando datos interesantes que añadir día a día a su biografía. Amplia biografía y sus también muchos autores, que son los que la engrandecen al conocerse nuevas aportaciones que quedan desvelados documentalmente sin interrupción..
Son en definitiva las que permiten conoce con detalle sus muchos consejos, sus numerosos proyectos, viajes continuos y compromisos de índole espiritual dados a particulares, a personas de alta representación y a sus mismos hijos Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, como Fundador y Padre.

Y el estudio de las cartas sigue, pasan de unas generaciones de historiadores a las siguientes, para darnos a conocer más ampliamente la vida y obra de Don Bosco, desde los diferentes lugares donde existen archivos guardados, como lo son en Argentina, Francia, Italia, Portugal, Santo Domingo y Uruguay
Qué duda cabe que todas sus cartas son serias, importantes y trascendentes, pero algunas dan a conocer a otro Don Bosco y a ese otro mundo, cartas con versos, con cierto humor hacia sus bienhechores, con esos brazos que se abren incondicionalmente, pero también con el compromiso fuerte y decidido de ir siempre adelante con la fe y la oración hacia quien todo lo sabe hacer.
Pero hay un precio en ello. También Don Bosco escribe en cierta ocasión a Don Rúa: “Estoy completamente cansado”; y a un amigo: “Hace meses que me siento en el escritorio a las dos de la tarde y me levanto a las ocho y media para ir a cenar”; o en una carta de mitad de agosto de 1876: “Usted, ore también por mí que me encuentro en un mar de tareas interminables”
En estos años de 1875, 1876 y 1877, encontramos a Don Bosco al frente de una decena de obras salesianas en construcción que se doblan en estos dos años en Italia, Francia, América Latina y en el desarrollo a la vez de las Hijas de María Auxiliadora.
Tenemos además muchos puntos y aparte. Reseñamos sin detenernos en ellos:
> “El cardenal Bilio por medio del Santo Padre pide nuestros maestros para su seminario en Sabina,
> Lo mismo el cardenal Franchi para Ariccia,
> Igual el cardenal Di Pietro para el pequeño seminario de Albano,
> Bilio a través del Santo Padre pide nuestros maestros para su seminario en Sabina,
> Lo mismo ocurre con el cardenal Di Pietro para el seminario de Novara en Miasino.
> ¿Quieres saber todo? Este año abrimos veinte casas entre uno y otro mundo, calculando también las de las Hijas de María Auxiliadora”.
> “Monseñor Lacerda, obispo de Río de Janeiro no se irá del Oratorio sino hasta cuando tenga consigo al menos cinco salesianos.
> Se ha decidido que Don Cagliero vaya a hacer un recorrido a los confines de la Patagonia y Santa Cruz.
> El cardenal arzobispo de Malinas en nombre del Santo Padre, pide que se vaya a abrir una casa nuestra en su diócesis.
> Igualmente el cardenal Simeoni para Palestrina.
> Lo mismo en Canadá
> No olvidar los proyectos misioneros que se citan con frecuencia, pero no realizados, en India, Sri Lanka y Australia.”
> …etc. No sé cómo nos arreglaremos, se comenta Don Bosco en una de ellas.
Pero además, también en Oriente Medio Asia y África se va difundiendo la Obra Salesiana. El punto de arranque en Tierra Santa está unido a la singular figura de un joven profesor de seminario, Don Antonio Belloni que, a imitación de Don Bosco, comienza en Jerusalén en 1874 a recoger muchachos de la calle y funda una pequeña Congregación. Abre tres Casas, y en 1887 se las ofrece a Don Bosco: “Ahora no, después” le respondió el Santo.
Y aquel después llegó en 1891, pues Don Belloni y la mayor parte de los “Hermanos de la Sagrada Familia” se hicieron Salesianos y aquel mismo año se establecieron también las Hijas de María Auxiliadora.
Razón tenía Don Bosco al escribir a Don Rúa diciéndole: “Estoy completamente cansado”