Proyecto Líbano

13 diciembre 2023

Este verano tuve la increíble oportunidad de poder formar parte del proyecto Líbano. Se trata de un proyecto de cooperación internacional en el que salesianos y jóvenes de España y Líbano trabajan de manera conjunta para hacer la vida más fácil a los que sufren en este país. El origen de toda esta locura proviene del regional de la región mediterránea que pidió que los países europeos de nuestra región “apadrinaran” a países de la inspectoría de medio oriente. De esta forma la inspectoría Salesiana María Auxiliadora (SMX) terminó relacionada con el Líbano.

Este proyecto dio comienzo en el curso 2021-2022 a través de la creación de relaciones con este territorio. Durante el curso 2022-2023 un grupo de 7 jóvenes españoles de la inspectoría SMX, acompañados por el coordinador Inspectorial de Animación Misionera, vivimos una experiencia intensa de voluntariado misionero salesiano en la casa salesiana de El Houssoum (Jbeil, Líbano) junto a otros jóvenes pertenecientes al Movimiento Juvenil Salesiano del Medio Oriente. La labor que íbamos a desempeñar era la de impartir el curso de animadores de tiempo libre a jóvenes de cuatro nacionalidades: iraquíes, libaneses, sirios y españoles, del 19 al 28 de junio.

Durante el proceso de preparación del curso se nos fue avisando de que la experiencia iba más allá de una simple labor misionera en la que nosotros fuésemos a dar nuestras clases a unos animadores de la zona, pero no nos podíamos llegar a imaginar el hecho de que los que íbamos a aprender realmente íbamos a ser nosotros.

Desde el principio de la vivencia nos hicieron sentir como en casa, como si estuviésemos en cualquier casa salesiana de España, el recibimiento y acogida fue increíble y llevaba el sello “salesiano” por todas partes. La similitud entre los animadores de allí con los animadores de aquí fue algo que no me esperaba, te podías encontrar todos los roles típicos de animadores que forman parte de los centros juveniles. Tenían un gran  interés por aprender y formarse para poder desempeñar su labor como educadores salesianos de la mejor forma posible. De esta forma, a través del lenguaje que nos unía a todos, el inglés, íbamos compartiendo anécdotas y experiencias que habíamos vivido en los centros, acercándonos los unos a los otros mediante todos estos aspectos que teníamos en común. Pero no fue hasta los períodos de comidas y cenas, en los que enseguida te rodeaban para poder compartir esos momentos contigo, que nos dimos cuenta de aquellos aspectos que nos diferenciaban: oportunidades, perspectivas de futuro, injusticias, situaciones familiares, gente a la que habían perdido…, y muchos más. Era sorprendente cómo podíamos llegar a tener tantas cosas en común y a la vez tener tantas otras tan inmensamente diferentes, pero lo que fue realmente asombroso era ver cómo afrontaban todos estos retos acompañados siempre de la alegría, el baile, el cariño, las ganas de celebrarlo todo, de compartir todo aquello que tenían, de hablar y de darse a los demás.

Los momentos más difíciles fueron las despedidas a cada uno de los grupos de participantes antes de que se fueran a alguno de los diversos lugares de procedencia de donde venían. Habíamos creado unos lazos inigualables durante esos días y tener que despedirse de ellos era muy duro, sobre todo cuando sabías que algunos de ellos no volvían a un lugar tan cómodo y acogedor como las casas a donde íbamos a volver nosotros.

Si tuviese que elegir una palabra que resumiese mi experiencia sería “shukran” que significa “gracias” en árabe, fue la palabra que más veces utilizábamos a lo largo del día. De ellos pudimos aprender muchísimo sobre lo que realmente es valioso en la vida y sobre la importancia de vivir cada experiencia a través de la alegría y la fiesta, un signo de identidad verdaderamente salesiano, compartiéndolo y contagiándolo a la gente de tu alrededor a través de la herramientas más importantes de las que disponemos, el amor y la fe.

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