Medio pan y un libro

20 diciembre 2022

EPIFANÍA: UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LOS MAGOS A TRAVÉS DEL ARTE

Uno de los grandes temas de la festividad de Navidad es La adoración de los Magos o Epifanía. 

Estamos de nuevo en el tiempo de Adviento en que se completa el ciclo de Navidad y vamos a celebrar distintos acontecimientos propios de la comunidad cristiana: La Nochebuena, la Natividad, y La Epifanía.  Este término, “epifanía”, procede el griego epipháneia que nos habla del sentido de esta fiesta = manifestación. Es decir que Jesús se manifiesta al mundo, a toda la Humanidad.

Es la fiesta de los Reyes Magos, muy significativa en el acervo popular pues se ha convertido en la mágica tradición de la felicidad infantil y de todos aquellos que se consideran niños. Toda gira en cómo celebrar la fiesta sobre todo con los niños/as, qué contarles y qué no aún, qué regalarles…

Debo comenzar por citar al Evangelista Mateo, en su Evangelio (2, 1-12; 2:11) está recogido el relato de La Adoración de los Magos brevemente, sencillo pero bello y con detalles poco precisos.  Sin embargo la iconografía de ese momento de la manifestación de Cristo se ha ido enriqueciendo  a lo largo de la Historia y la tradición se fue creando al ser las noticias muy pocas con algunas variantes que a veces resultan de interés y también se ha ido completando  bebiendo de otras fuentes distintas del Evangelio, como por ejemplo de los relatos Apócrifos del Protoevangelio de Santiago, del Evangelio del pseudo Mateo, del Evangelio árabe de la Infancia, o de La Leyenda Dorada de J. de la Vorágine; y en cuanto a las representaciones populares, del Auto de los Reyes Magos, obra teatral que se encontró en un Códice de la biblioteca de la Catedral de Toledo(S. XII); y del Auto Sacramental de los RR. MM. de Gaspar  Fernández  (S. XVI) que se  escenifica en El Viso (Córdoba).

Estas múltiples esculturas y pinturas que escenifican La Adoración de los Magos transmiten algo del sentido que envuelve la magia o el misterio del nacimiento de Jesús. La Paz y el Amor une a personas de distintos lugares y condiciones sociales, desde pastores a reyes. Cada año redescubrimos en este tiempo de celebración un tanto más su significado y podemos trasmitir a los más pequeños un sentido no materialista de dicha fiesta y hoy es más necesario que nunca no dejarnos bombardear por mensajes consumistas, por invitaciones a cosas que no necesitamos, y sobre todo pensar que los niños deben captar la autenticidad de las tradiciones manteniendo su esencialidad, que entre en nuestras casas aquello en lo que creemos de verdad. Eso no quiere decir que olvidemos que “el día de Reyes” sea un día de regalos. En las escenas artísticas los pastores ofrecen al Niño sus corderillos, sus cayados, es decir lo más preciado de sus cuidados; los Magos le ofrecen oro, incienso y mirra que son los tres rasgos más característicos de Jesús: el oro se lo ofrece Melchor en calidad de rey del Niño Jesús; Gaspar el incienso en condición de Dios; y Baltasar la mirra en su condición de hombre mortal.

 

Todos podemos regalar algo: un abrazo, un apretón de manos, una palabra amable, un saludo afectuoso, una mirada brillante, ….

Según se iban consultando las fuentes evangélicas, historiográficas y astronómicas, o las posibilidades creativas de los artistas, o la categoría de la fiesta, en su riqueza iconográfica se han ido produciendo variaciones en la forma de representar a los reyes, al Niño Jesús, a María y José. Los reyes no siempre han llevado corona en la escena, sus vestimentas han sido las de la época en que han sido representados y sus figuras se han imaginado por su edad, y el color tanto de la piel como del pelo, simbolizando la vejez, la madurez adulta y la juventud; o también los mundos conocidos hasta el S. XVI que eran Europa, Asia y África.

En la Historia del Arte cada vez ha sido más frecuente la representación de la Adoración de los Magos, sobre todo a partir del S. XII (1158) en que la Catedral de Milán guardaba los restos de los Magos, pero durante las guerras de conquista de Federico Barbarroja saqueó la ciudad y trasladó dichas reliquias (1164) a Colonia donde se exponen en un imponente relicario de oro y piedras preciosas ricamente ornamentado. Por cierto que, Pedro de Astudillo, un mercader burgalés, caballero cristiano, fue fundador y colaboró económicamente junto con otros burgueses europeos en la reforma de la capilla donde se encuentran sepultados los gloriosos restos de los tres Magos en la Catedral de Colonia. En el S.XV, con el movimiento renacentista, los artistas compusieron complejas escenas de La Epifanía, lo cual les procuraba ser grandes maestros; los personajes aparecen vestidos con gran lujo y portando en ricas piezas de orfebrería las ofrendas. Para ello los pintores usaron las fuentes basadas en La Leyenda Dorada del dominico Jacobo de la Vorágine, como también el libro del traslado de las reliquias de los Magos a Colonia del monje carmelita Juan de Hildesheim.

Relicario que contiene los restos de los Magos. Catedral de Colonia →

Reflejo de las épocas, la divulgación y predilección del tema de la Adoración de los Magos, nos lleva a preguntarnos sobre otro de los símbolos, la estrella, que es uno de los elementos que adquieren un significado central; su trascendencia ha llegado a ser punto de atención de la astronomía. Uno de los primeros Johannes Kepler, matemático y astrónomo alemán lanzó una hipótesis a principios del S. XVII en la que trataba del fenómeno de la triple conjunción de dos planetas Júpiter y Saturno en Piscis sucedido en la época del nacimiento de Cristo: “La estrella profética, producto de la triple conjunción era visible en Persia y Mesopotamia en las horas que preceden al crepúsculo. Como en aquella época se viajaba al atardecer, según Kepler es posible que los Magos la vieran marchar ante ellos que venían del Sur, de Mesopotamia e Irán.”

Sobre los Magos se han ido generando también diversas interpretaciones. Muy interesante es la que considera la escena de la Adoración como el contrapunto cristiano a la imagen romana de la divinización imperial, es decir, es el símbolo y la representación de la conversión al verdadero culto, y no el culto pagano al emperador.

Podemos concluir que la representación de La Adoración de los Magos interrelaciona varios signos desde los tiempos paleocristianos:

-signo de apertura hacia la sociedad pagana marcando la diferencia respecto a la religión judía

-signo de proselitismo e integración del paganismo de la gentilidad

-signo de contrapunto del culto imperial romano

-signo salvífico en el estricto uso funerario.

Prudencio, poeta de Caesaraugusta del S. IV-V, en su obra Himno a la Epifanía, hace corresponder las ofrendas a Jesús de la manera siguiente:

 

“Los claros distintivos reconoce

de tu poder y reino

¡Oh Niño!, a quien el Padre de antemano

a tres distintas condiciones destinara.

Al Rey y al Dios proclaman

el oro y el olor fragante

del incienso sabeo, pero el polvo

de la mirra predice ya el sepulcro.”

 

¡FELIZ NAVIDAD!

Michel Alcubierre

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