Medio pan y un libro

13 diciembre 2023

UN MONASTERIO CONSAGRADO HACE 900 AÑOS: STA. Mª DE ALAÓN EN RIBAGORZA

“Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás”. Del gran estadista W. Churchill, político británico (1874-1965)

 

Hace 50 años aquí en el Centro Don Bosco los Antiguos Alumnos preparaban unas jornadas que las llamaban “Salpicaduras de Arte”. Comentaba la noticia del 1 de diciembre de 1973 en el diario Nueva España, como se llamaba entonces, que la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos invitaba hoy, en su undécima edición a todos aquellos que lo desearan y particularmente a los amantes del arte románico, a ver el reportaje de la mano de Antonio Arazo y Manuel Tresaco quienes, a través de fotografías y diapositivas, habían preparado un guión sobre el “Castillo de Loarre” y “Arte románico en Navarra”. Resultaba una forma de dar a conocer nuestro patrimonio acercándolo en una época que era menos normal lo que actualmente se entiende como algo natural, y si no fijémonos en los “puentes” como el de este diciembre en que millones de personas se desplazan, viajan, se mueven de su lugar habitual de trabajo y vivienda a las zonas turísticas o su lugar de origen que muchas veces coincide con lo que se ha dado en llamar “España vaciada”, mejor “la España despoblada”.

Hoy si nos acercamos y visitamos poblaciones rurales además de admirar sus paisajes contribuimos al sostenimiento de nuestro extenso patrimonio cultural muy necesitado de recuperar o rehabilitar en zonas deprimidas demográficamente, que fueron muy activas económica, social, religiosa y culturalmente. En estos momentos pueden seguir adelante sólo gracias al turismo. Y gracias a las poquísimas comunidades monásticas que son las que mejor cuidan el patrimonio pese a su déficit de recursos. En muchos casos son las mismas personas del lugar quienes voluntariamente custodian esos bienes de todos y explican su historia, lo que han vivido, las anécdotas que nos asombran, y con su disponibilidad están atentas al teléfono para concertar unas horas con los visitantes que quieren conocer esos bienes de interés cultural.  

A buen seguro los AA. AA. Salesianos siguieron aquellas jornadas deleitando con sus reportajes fotográficos y guiones grabados en cinta magnetofónica y música con su concepción personal años 70, como el románico de Jaca y S. Juan de La Peña, el Serrablo, Agüero y el Reino de los Mallos, … Hoy habrían compuesto una página web emulando la del románico aragonés de D. Antonio García Omedes.

En este medio actual que es el digital de la revista Huesca y D. Bosco que la Asociación de AA.AA. promueve y que nos permite acercarnos al pasado viviendo el presente con variedad de información, intentaré esparcir unas motas de cultura.

Y haciéndome eco de un acontecimiento, de una efeméride para recordar nuestro pasado y reflexionar sobre su significado para el presente y futuro, como ha sido la conmemoración de la consagración del Monasterio de Alaón en Sopeira (etimológicamente “bajo la piedra”) que tuvo lugar hace 900 años, me dispongo a visitarlo y hacer una reseña de este.

Vista de Alaón a orillas del río Noguera Ribagorzana

Se trata de un monasterio de la Orden de San Benito, posiblemente del siglo VI, cuyo edificio actual es de estilo románico lombardo de finales del siglo XI, reedificado durante la época cluniacense de la orden sobre un edificio visigótico del siglo VIII. El monasterio se sitúa en el municipio de Sopeira, en la comarca de Ribagorza de la provincia de Huesca, Aragón, España. Manuel Iglesias Costa (Bonansa 1923-Zaragoza 2001), fue historiador y sacerdote, el mejor estudioso del altoaragón oriental a nivel histórico artístico. Conservador del Patrimonio Artístico de la Diócesis Barbastro-Monzón. Dirigió el Museo Diocesano de Barbastro. Historiador de referencia en lo que respecta al Condado de Ribagorza y al Románico de la parte oriental de la provincia de Huesca. Su libro: “El Monasterio de Alaón en Ribagorza” IEA 1991 constituye un exhaustivo estudio de este, una joya del románico en un enclave paisajístico privilegiado, rodeado de montañas a orillas del río Noguera Ribagorzana. Asimismo, otros catedráticos Antonio Ubieto Arteta, Ramón Abadal, Manuel Serrano y J.L. Corral Lafuente han estudiado y repasado los textos de los documentos existentes del Cartulario del Monasterio de Sta. Mª de Alaón, un legado 

fundamental de este monasterio ribagorzano a partir del cual se ha podido reconstruir la historia de su fundación, su expansión y la genealogía de los condes y obispos que rigieron este condado desde el primer cuarto del siglo X hasta la segunda mitad del siglo XIII. En uno de los documentos fechado en el 954, se constata la incorporación del monasterio a la regla benedictina.

Los primeros fundadores puede que fueran anacoretas que habitaban cuevas cercanas en el valle del río Noguera Ribagorzana. Aunque la mayoría de los investigadores creen que ya existía en época visigótica, su historia documentada parte del año 806, momento en que el conde tolosano Bigón de Toulouse encargó al abad Crisógono la reorganización de la vida monástica en el Monasterio de Santa María. (En un texto del Cartulario: “806-814: El Conde Bigón vendió al presbítero Crisógono una cella dedicada a Santa María y San Pedro, situada en el yermo. Más tarde, se autorizó al abad Crisógono -el anterior presbítero- a que buscase las posesiones que habían sido del monasterio de Alaón en años anteriores”).  Después de esta refundación, Alaón fue ganando en dimensiones y propiedades. El importante apoyo que recibía de parte de los condes ribagorzanos se tradujo, a lo largo del último tercio del siglo X, en una serie de donaciones y privilegios, a lo que se añadió la consagración de la iglesia monacal, en el año 976, de dos altares dedicados a Santa María y San Pedro por parte del obispo Aimerico de Roda. En el siglo XI la presión de las tropas musulmanas y el incremento del poder de los señores sobre el monasterio, en un proceso de secularización de este, llevaron a la comunidad de Alaón a pasar por unos momentos de crisis y decadencia. Ante esta situación, en 1068, el rey Sancho Ramírez decide poner el monasterio y todas sus pertenencias bajo la tutela de la Catedral de Roda de Isábena desde donde se encargarían de la designación de los abades de Alaón. Después de esta reorganización el monasterio recobró la regularidad benedictina y recuperó los momentos de esplendor perdidos. En los años posteriores se iniciaron importantes reformas en el edificio y se comenzaron las obras de una nueva iglesia que fue consagrada en 1123 por el obispo San Ramón de Roda-Barbastro; siendo abad del monasterio Bernardo Gualter. A comienzos del siglo XV la abadía pasó a estar gobernada por abades comendatarios, generalmente desligados de Alaón, manteniendo su actividad monástica hasta su abandono en 1835. Actualmente es iglesia parroquial del pueblo de Sopeira dedicada a Nuestra Señora de la O y en 2004 fue declarada Bien de Interés Cultural.

Una historia de tantos siglos, difícil de resumir, nos aporta multitud de curiosidades y acontecimientos como algunos de los que siguen:

  • A poco de ocupar la sede de Roda de Isábena el obispo Raimundo Dalmacio 1076-1094), tomó la decisión de repoblar y reorganizar este cenobio llamando a un monje del monasterio benedictino de San Victorián de La Fueva, llamado Bernardo Adelmo, a quien nombró abad de este. Vino con él el monje Domingo, experto en archivística, para recopilar toda la documentación acreditativa de las propiedades de la casa, base para reorganizar su patrimonio. A él se debe la confección, al menos de parte, del cartulario ya citado, que es del máximo interés histórico. Es además posible que dicho monje Domingo trabajase en la ampliación y puesta al día de las Crónicas Ribagorzanas, de indiscutible autoridad y uso aún en nuestros días.
  • Según privilegio otorgado conjuntamente por la Corona y la Santa Sede, desde los días del obispo Lope (1094-1096) la elección del obispo correspondía al mismo capítulo de Roda, y el abad alaonés hubo de intervenir en las elecciones de San Poncio (1097 -1104), de San Ramón (1104-1126), de Pedro Guillermo 1126–1134). Documentalmente consta la participación del abad Bernardo de Alaón en la elección del obispo Gaufrido en Barbastro en 1134 para sustituir a Ramiro el Monje, que hubo de renunciar a la mitra de Roda al ser elevado al trono de Aragón para suceder a su hermano Alfonso I el Batallador.
  • Clérigos y monjes, abades y obispos con frecuencia formaban parte o incluso comandaban huestes guerreras a las órdenes de los reyes, junto con otros nobles y caballeros. Es bien conocida la participación del obispo San Ramón de Roda-Barbastro en la campaña que llevó al rey Alfonso I el Batallador por tierras de Andalucía para auxiliar a los cristianos duramente oprimidos por los almorávides. La presencia de San Ramón entre las mesnadas del rey aragonés sólo tenía finalidad espiritual. No así la del obispo Esteban de Huesca, que luchó y murió al frente de sus huestes en lid contra los moros. Lo mismo ocurrió a los obispos Dodón de Huesca y Pedro Guillermo de Roda, y al abad Durando de San Victorián en el ataque contra la ciudad de Fraga en 1134 y que acabó en desastre.
  • El rey Pedro II de Aragón incorporó al abad, junto con los de San Juan de la Peña y San Victorián, al consejo de la Corona de modo perpetuo. El abad de Alaón, como todos los prelados del reino, fue investido del derecho de insaculación por el brazo eclesiástico entre los primeros oficiales de éste y la iglesia abacial del monasterio figuró, junto con las más notables de Aragón, en la lista de las exenciones tributarias. Desde entonces los abades tuvieron presencia y voto en las Cortes del Reino y tomaron parte activa en los asuntos políticos.
  • Con la reforma tridentina (1545-1563) la residencia canónica se impuso con rigor y la incompatibilidad de cargos eclesiásticos se llevó a rajatabla.
  • En el siglo XVII (1642) con motivo de la guerra de Cataluña, los franceses que apoyaban a los catalanes saquearon el monasterio e incendiaron su iglesia, amén de apropiarse de muchos bienes. Otro incendio en 1690 dejó más arruinado el monasterio.
  • En 1682 el abad fray Benito Latrás, que era diputado en las Cortes de Aragón, murió en una de las sesiones que se estaban celebrando.  Siendo enterrado en la cripta del monasterio surgió la leyenda llamada del “Cosán”, es decir el Cuerpo Santo (Cos Sant) que permaneció incorrupto; y los caminantes, mercaderes, arrieros, peregrinos, que pasaban por el camino del pont d´alt, al lado del ábside central en que se abre el vano que da a la cripta, depositaban unas monedas pues según la tradición, mediaba ayudando a tener buen viaje. (En la guerra civil de 1936 sus restos fueron quemados; hoy, en la cripta permanece en un féretro su reproducción en cera con la mitra abacial).
  • En 1811 en la guerra de la Independencia fue asaltado el monasterio, se llevaron prisionero al abad; y saquearon el palacio abacial y la iglesia. A partir de la desamortización de Mendizábal (1835-36) desaparece la comunidad monacal. En 1931 se declara Monumento Histórico-Artístico. El Gobierno de Aragón entre 1997 y2008 llevó a cabo obras de restauración y en 2004 lo protegió como Bien de Interés Cultural.

Pont d’alt o pont vell que atraviesa el Noguera Ribagorzana y conduce a la cabecera absidal del monasterio.

Atendiendo a sus formas artísticas, lo que más podemos destacar es la iglesia que comenzó a cimentarse a fines de abril de 1103 y su terminación y consagración tuvieron lugar 20 años más tarde, en 1123. Su característica principal es su estilo románico altoaragonés con elementos lombardos como el friso de arquillos ciegos y un especial “ajedrezado lombardo” bajo cornisa emparentando con el estilo cluniacense influencia del románico occidental propio de la monarquía ramirense. De planta basilical con tres ábsides semicirculares de bóveda de cuarto de esfera en la cabecera orientados litúrgicamente al Este; bajo el central y el presbiterio se sitúa la cripta con cruces e inscripciones de consagración de momentos distintos; un ventanal de doble arco en cada uno de los tres ábsides, además de una aspillera en el ábside principal que da directamente a la cripta. La portada se encuentra en el muro sur; sobre la clave de la arcada de medio punto se coloca el crismón trinitario; entre los dos arcos dovelados exteriores se coloca otro taqueado al estilo jaqués (piedras rehundidas y realzadas); al interior del arco hay dos arquivoltas que apean en sendas jambas de capitel y fuste liso. Al Norte se encuentra lo que fue el claustro con su banco corrido en su contorno y algunas basas rescatadas de las columnas; y vestigios de las dependencias del monasterio. En el muro del templo quedan las ménsulas de la cubierta y una lauda sepulcral con la fecha del óbito del venerable Conde Unifredo. El interior del templo es sobrio pero armonioso de aspecto robusto. Decoración sencilla de capiteles y basas de las columnas adosadas a los pilares cruciformes y en las dos columnas exentas a los pies de la nave central en las que se han esculpido pelícanos símbolo cristiano que representa y es emblema de Cristo y su resurrección y del amor paterno. Dos elementos originales son: a) el suelo de cantos de río representando exafolias entrelazadas; b) un mosaico de piezas de mármol de colores, en círculos crucíferos y florales, de la cantera local de Rocamora, como pavimento del presbiterio elevado en el ábside central con una representación del símbolo eucarístico de los panes y los peces. El coro y sillería se trasladó e instaló al fondo de la nave central.

Las palabras del filósofo y teólogo danés Sören A. Kierkegaard, están llenas de verdad, cuando expresó “La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. 

Michel Alcubierre.

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