El 24 nos vemos

24 septiembre 2024

 

“Ni el Señor, ni su Madre pueden permitir que sea inútil esta invocación: María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros”.  (Don Bosco; MB 15, 117)

Pasó Mayo y nuestro Colegio Salesiano vibró de fervor a nuestra Virgen, a la Virgen de Don Bosco, la Auxiliadora. Cuantos jóvenes la contemplaban de una manera especial. Es nuestra Virgen diaria, pero también es su mes especial, con su 24 especialísimo, con su Fiesta. Y allí nos vimos “todos”, en maneras muy diferentes y desde muy diferentes sitios.

Unos con su presencia, jóvenes, mayores y niños con sus ramos de flores que acompañados de sus padres, madres especialmente, abuelos o familiares, depositan a los pies de la Señora del Cielo, la que nos cubre con su manto y nos acompaña siempre a lo largo de nuestra vida.

Otros que pasaron o estuvimos en el tiempo en el Santuario, la recuerdan desde diferentes lugares que la vida les situó; en las carteras con la imagen del calendario, o la que se tiene expuesta en la habitación principal  de nuestras respectivas casas; enmarcada o en el anual calendario que no dudamos en hacernos con él, con su inigualable imagen que preside la Basílica de María Auxiliadora en Turín; y ya en los tiempos modernos más técnicos, a través del Canal directo en el interior de la Parroquia.

Queremos ver a María más cercana cada vez a la realidad del hombre con sus problemas y sus valores. Verla más cercana, nos sirve de modelo para tener aptitudes y comportamientos más humanos y sobrenaturales. María es la primera cristiana.

Los Papas han presentado a María de Nazaret como la expresión suprema de la libertad humana en la colaboración del hombre a Dios. El hombre y sobre todo los jóvenes, necesitan descubrir los valores y las actitudes que enriquezcan y transformen sus vidas. En este sentido, María puede ser el ideal, el modelo de un proyecto de vida cristiana.  

somos la Familia Salesiana.

Pensando en Don Bosco y pensando en la Familia Salesiana, agradezco fraternalmente a los miles y miles de personas que son y han sido bienhechores y cuyas ayudas han contribuido a las obras salesianas en todo el mundo.

En estas pocas palabras, que de acciones de tantas clases y tan variadas que no me atrevo a reseñar porque no solo me quedaría corto y si me faltaría mucho saber y tiempo para ello.

Don Bosco, lo sabemos todos, fue el iniciador de la Familia Salesiana. Su expresión de “familia salesiana”, fue pronunciada oficialmente por primera vez por el papa Pio XI, el 3 de abril de 1934, dos días después de la canonización de Don Bosco, a los peregrinos llegados a Roma para esta ocasión: “Vosotros representáis a aquellos que habéis dejado en los diversos lugares de donde provenís, toda la gran familia salesiana”. Ya Don Bosco desde los inicios de su misión, sintió la necesidad de ayuda.

Don Bosco pasó la vida pidiendo ayuda a cientos y cientos de personas. No pedía para él, pedía para sus muchachos. Y, al mismo tiempo, creía en la  Divina Providencia, y, por eso mismo, se movía incansablemente llamando de puerta en puerta.

Y pedía ayuda económica y ayuda de personas para sacar adelante su tarea. No dudó en pedirla a todo aquel que pudiera contribuir a dedicar algo de su tiempo o de sus bienes en favor de la juventud necesitada. Se fue haciendo ayudar de laicos, mujeres y hombres, y de sacerdotes que colaboraban con 

él de múltiples formas. Tuvo la ayuda de su querida madre, Mamá Margarita, que juntos fundaron el Oratorio, puesto que al genio creativo y apostólico de Don Bosco Oratorio, puesto que al genio creativo y apostólico de Don Bosco se le sumó la delicadeza materna de su madre que daba calor femenino a esa casa.

Acompañó y animó a su hijo en los difíciles comienzos del Oratorio y del trabajo con los chicos que llamaban a la puerta de su casa. Junto a Margarita estuvo la madre de Miguel Rua, uno de los primeros salesianos a partir de aquel 18 de diciembre de 1859, su primer sucesor; también la madre de arzobispo Gastaldi, y el padre de Domingo Savio. Este grupo de personas, que conocía y querían bien a Don Bosco, fueron dando  a sus obra un matiz totalmente distinto al que existía en otras instituciones de la época, dando un ambiente educativo y creando un “clima de familia”.

En su capacidad de pedir ayuda, Don Bosco supo contar con sacerdotes que ofrecían algo de su tiempo a la Obra de los Oratorios, sacerdotes y amigos, e incluso el maestro espiritual Don Cafasso, y también el teólogo Borel y Don Muraldo. Otro grupo de bienhechores y simpatizantes ayudaron con sus aportaciones económicas a las obras iniciadas por Don Bosco en Turín, así como en las misiones de América.

 

      y adoramos al Señor en el Sagrario.

El Tabernáculo, en donde con la máxima veneración ha de guardarse la Sagrada Eucaristía, ha de estar confeccionado de conformidad con las normas dictadas por la Santa Sede, como también, están dispuestas la forma en que ha de ser colocado y el cuidado que sobre él ha de tenerse.

Todo esto corresponde a los sacerdotes que han de ser los fieles custodios del Santísimo Cuerpo de Cristo reservado en los Sagrarios. Severas y concretas son las normas de la forma de tratar a la Santísima Eucaristía ya que así corresponde al mayor Tesoro que la Santa Iglesia tiene a su cuidado.

Criterios y actuaciones no conformes con las disposiciones litúrgicas hacen que nos encontremos con hechos que nos entristecen a las almas que viven plenamente la devoción eucarística.

En toda Iglesia, capilla y oratorio lo principal es el Sagrario, si en él se guardan las Especies Sacramentales, todo lo demás es secundario, si bien has de ser digno y de conformidad con las disposiciones litúrgicas, pues son lugares sagrados dedicados al culto divino y a la oración de los fieles.

Todo lo dicho nos introduce en el tema de reflexión que nos proponemos. Mi Sagrario, ¿Qué me dice a mí el Sagrario? Hay que ir a él con una fe viva en la presencia Eucarística de Dios entre nosotros. Hay que ir a él con humildad ¿qué soy yo? Cada uno sabe su propia historia… ¿Acaso, de algún modo, no somos la viva reproducción de aquellos cojos, ciegos, leprosos, paralíticos, endemoniados que nos habla el Evangelio y que acudían a Cristo para que Él curase sus dolencias?

Sí, humildad para reconocernos muy limitados espiritualmente. Hay que ir con disposición de docilidad para recibir de buen grado aquello que el Señor nos quiere decir: escucharle, pues Él desde el Sagrario nos habla, ya lo creo que nos habla, sólo falta  docilidad para escucharle. Hay que ir con generosidad, llevándole el amor más vivo y encendido. Hay que ir con sinceridad a “contarle” nuestras cosas.

¡Mi Sagrario, oh, mi Sagrario! Quizá mal dispuesto, posiblemente  mal atendido, tantas veces solitario o abandonado y hasta en ocasiones profanado. Pese a todo, eres mi Sagrario. Ante él que ratos de paz, de gracia, de consuelo, de ayuda, de impulsos para vivir más a gusto de Cristo y de mi Madre la Virgen Santa María, nuestra Auxiliadora, el primer Sagrario Viviente de la historia.

Antiguo Alumno, adorador, que cada día te entusiasme más el Sagrario, que lo trates bien y no le dejes de pedir para que los sacerdotes sean realmente los fieles custodios de los Sagrarios que tienen confiados. Pidamos mucho a Dios para que se acaben los sacrílegos, las profanaciones y el mal trato y descuido de tantos Sagrarios. ¡Hasta nuestra próxima visita al Sagrario!

M. C.

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