Muchas veces temí llamar Mamá, a la Santa Virgen. No me gusta el sentimentalismo o la sensiblería en la piedad, y muchas veces temí que llamar a la Santa Virgen, mamá, podría ser sensiblería. Pero cuando comprendí que el Padre Kolbe, ese gran santo de los tiempos modernos, hombre de fuerza y alma viril a 100%, se atrevía a llamar a la Santa Virgen, Mamá, y después, cuando la estatua de Fátima fue llevada a Roma para la jornada de las familias, y miré como el Papa posaba su mano como un niño sobre la mano sobre el corazón de la Santa Virgen, entonces comprendí mejor todo.
Ahora, desde hace cierto tiempo, yo también me atrevo a llamar a la Santa Virgen, Mamá… y aprovecho siempre en su día, el 24, para ello. Tú, Antiguo Alumno, ¿no?
¡El 24 nos vemos!
