Bernard Aucouturier y la Práctica Psicomotriz en Educación Infantil

30 noviembre 2021

En Educación Infantil todo el ciclo realizamos prácticas psicomotrices basadas en el pedagogo francés Bernard Aucouturier. Este pedagogo trabajó e investigó durante 35 años en Tours, donde creó la práctica psicomotriz a partir de la observación de los niños y niñas. Establece las bases del desarrollo y la práctica psicomotriz además de dar valor a la acción y a la observación del movimiento.

Desde su obra más significativa “Simbología del Movimiento”, Aucouturier explica grandes aportaciones:

  • Las acciones que el niño y niña realizan, nos hablan de su propia historia. A través de ellas podemos saber qué es lo que le está ocurriendo, en que etapa madurativa está (independientemente de su edad), cómo se relaciona, cómo está en el mundo. 
  • A partir de la expresividad espontánea, de sus acciones y sus juegos, ponen de manifiesto las relaciones que establecen con el espacio, el tiempo, con los objetos, las personas y con su propio cuerpo.
  • La observación activa de estos parámetros nos permite conocer su nivel de maduración en sus facetas motriz, afectiva y cognitiva, así como los bloqueos, fijaciones y alteraciones de las mismas que impiden el desarrollo armonioso de su personalidad.

Por tanto, la libertad de acción desde los primeros meses y el juego espontáneo están en la base de la Práctica Psicomotriz. El juego espontáneo es la forma privilegiada de la expresión, jugar es representarse, jugar es afirmar su existencia en el mundo.

«Un niño o niña que juega sola no está sola: está con sus pensamientos, con su imaginario, con el otro que está ausente. En el juego, el niño o niña trae al presente una experiencia anterior vivida en la relación con su familia y con el entorno»

¿Cuál es el papel del adulto en esta práctica? El de acompañar sus potencialidades, apoyar su progreso, escuchar las emociones y comprender el ritmo de desarrollo de cada uno de los niños y niñas. 

En Salesianos cada vez que realizamos esta práctica, entramos en un «mundo mágico» en el que tan solo debemos respetar 3 normas básicas: (1) me cuido a mí mismo o misma, (2) cuido a mis compañeros y compañeras y (3) cuido a los materiales. Para poder acceder a este mundo mágico, lo hacemos derribando un muro construido previamente por las maestras y que simboliza abandonar todo aquello que los adultos les imponen (normas, tareas, etc.). Al otro lado del muro, se encuentran con un espacio ideado para expresarse con espontaneidad. Es decir, derribar el muro significa romper con las exigencias que les imponemos los adultos y empezar a ser ellos y ellas mismas.

Aquí os dejamos algunas de las fotos que reflejan nuestra emoción y ganas de adentrarnos en este mundo mágico: 

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